La colección se vio enriquecida con la incorporación al museo de Howard Leight, reconocido curador de arte preshispánico que también adquirió obras excepcionales. Igualmente compraron la de destacados pintores oaxaqueños, como León Zurita, e integraron una biblioteca sobre ­arqueología.

El despojo al Museo Frissell

Hace 80 años llegaron a vivir a Oaxaca Erwin Robert Frissell y su esposa, Gertrude Ponsford. Provenían de Nueva York, donde él ejerció por varios años como abogado. En esa época había personas que ofrecían piezas arqueológicas a los extranjeros. Así comenzaron a formar una colección que dicho matrimonio llamó “reliquias de arte zapoteco y mixteco”.

Erwin y Gertrude le decían a quienes iban a ofrecerles en venta dichos objetos, que su idea era establecer un museo en la entidad. Enteradas de ese propósito, las autoridades de la Villa de San Pablo Mitla los invitaron a instalarlo allí, pues poseían obras de las culturas zapoteca y mixteca encontradas durante la construcción de obras hidráulicas.

Los Frissell aceptaron el ofrecimiento y en 1948 se fueron a vivir en la que fue la Casa Consistorial, edificada en el siglo XVII. Primero instalaron un albergue y un restaurante. Dos años después convirtieron todo el espacio en lo que desde entonces se conoce como Museo Frissell. Pronto fue Centro de atracción de investigadores, científicos, etnólogos, escritores y arqueólogos interesados en la zona arqueológica de Mitla.

 

La colección se vio enriquecida con la incorporación al museo de Howard Leight, reconocido curador de arte preshispánico que también adquirió obras excepcionales. Igualmente compraron la de destacados pintores oaxaqueños, como León Zurita, e integraron una biblioteca sobre ­arqueología.

El escritor Evarts Erickson entrevistó en esa época a los Frissell. En un artículo titulado “El gringo de los idolitos”, cuenta la vida del matrimonio en Mitla y su compromiso de conservar allí las obras de arte de la región. Recalca cómo se integraron a la comunidad local y el cariño que ella les tenía. Su artículo lo ilustró con fotografías de obras de una gran belleza.

Los Frissell también pusieron gran empeño de revivir entre los lugareños las costumbres y el arte originario; trajeron tejedores para que les enseñaran a hacer manteles, rebozos y otras artesanías que hoy fabrican. Y a un platero de Taxco, joyería moderna con modelos prehispánicos.

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