Taxco, Guerrero, 15 de abril de 2022. El jueves de la Semana Santa en Taxco, concentró a miles de lugareños de los barrios y comunidades; además de turistas nacionales y extranjeros, luego de dos años de confinamiento por la pandemia del Covid-19, donde reaparecieron en las calles decenas de imágenes de Jesús crucificado, que participaron en la Procesión de los Cristos, la más larga de las celebraciones.
Los preparativos para la procesión de ayer iniciaron desde muy temprano, con el traslado de los cristos de los poblados alejados y algunos barrios, para reunirse entre la mañana y el mediodía en el interior y la explanada del Santuario de la Veracruz, entre ellos los de Zacatecolotla, Tehuilotepec, Hueymatla y Xochula, este último uno de los más venerados por los feligreses que acuden a este poblado, para estar presentes en la misa y de ahí partir en caravana hacia esta ciudad, con cientos de adultos, jóvenes y niños que son transportados en camiones materialistas, en camionetas o vehículos particulares.
Los recorridos fueron por carretera y el ingreso a las calles empedradas, en medio del fuerte sonido del claxon de los camiones adornados con flores de color blanco y morado, que anunciaban el arribo a su paso por distintos pueblos y barrios, y la peculiar música de las chirimías conformadas por violín, un tamborcillo y una tambora, que fortalecen la fe durante la jornada religiosa.
Cada uno de los Cristos llegó con su comitiva al antiguo barrio, conocido como Tetelcingo, en donde los esperaba, abajo del altar el Cristo del Santuario, conocido popularmente como El General, a quien también las personas mayores le llaman El Jefe y preside la procesión.
Pasado el mediodía, las calles de la ciudad se vieron repletas de personas y los alrededores del santuario y otros puntos del centro histórico, fueron cerrados a la circulación para mantener despejada la ruta de la procesión, que partió a las 11 de la noche, horas después de que por la tarde y el anochecer llegaran más imágenes de cristos, de diferentes puntos, y dar comienzo esta procesión que se prolongó por horas en un recorrido por la calle Becerra y Tanco, Reforma y salir a Benito Juárez, pasar por el ex convento, zócalo, la plazuela de San Juan, San Nicolás y bajar por la antigua calle de Santa Ana, avanzar por la terminal y concluir en el mismo lugar de partida.
En las calles, los adornos con flores naturales, flores y cadenas de papel de colores, ramas de árboles y otros decorados en puertas, ventanas y balcones de las casas, manifestaron la devoción y creatividad en señal de saludo a las imágenes y los vecinos de cada lugar.
Por igual, para esta fecha cada Cristo y las andas en las que portan la escultura, es iluminado con luces de colores a las que agregan diferentes adornos, que los distinguen y los devotos vistieron uniformes, para cargarlo entre cinco, ocho o más personas y así avanzar a pie y rotarse por tiempos, en un gesto de penitencia con el apoyo de decenas de ayudantes hombres y mujeres, y el grueso de la gente que portaron en sus manos velas y cirios encendidos, para acompañar у la travesía.
Intercalados al frente de los cristos, aparecieron también niños y niñas vestidos de ángeles, de los que algunos de ellos sólo recorrieron tramos cortos, acompañados a cierta distancia por sus papás, y cerca de cada imagen, los grupos de las chirimías, que es la música que acompaña todo el trayecto de la procesión.
De acuerdo con la tradición, aparecieron decenas de penitentes de las diferentes hermandades, vestidos con un faldón color negro, con el torso desnudo y un capuchón que resguarda su identidad, los cuales se sometieron a las disciplinas de cargar sobre sus hombros y los brazos extendidos a los extremos un grueso rollo de varas espinosas de zarzamora y velas encendidas cerca de sus manos. Otros más cargaron un crucifijo, que abrazan y portan un elementos conocido como cabresto con lazo, y puntas de acero, con el que en un ritual en vaivén se azotan la espalda que hiere la piel y la hace sangrar; y una tercera hermandad fue la de los encadenados, quienes en grupo y agachados avanzan en una rigurosa sincronía, con una pesada cadena atada a sus tobillos.
La identidad de los penitentes sólo la llegan a conocer sus más cercanos y de ellos se sabe que participan artesanos plateros, choferes, empleados, mineros, profesionistas e, incluso, por varios años, se han ubicado a alcaldes en turno o ex alcaldes priistas y panistas, caracterizados por un desmedido protagonismo, al igual que otros penitentes que han sido cuestionados por su exhibicionismo.
En un nuevo contexto tras la pandemia, con cubrebocas, el uso de gel y sanitizante, las celebraciones de esta Semana Santa han mantenido unidos a todos con la fe y en lo que se convierte en estos días en el principal atractivo por la espectacularidad de los ritos pagano-religiosos en las calles empedradas, con una participación masiva que salió de sus hogares y cientos de sy turistas en calidad de espectadores, relajados en una tradición que nació con los frailes franciscanos, con un sello especial y la organización colectiva.
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